lunes, 17 de mayo de 2010

El objeto punzante que detiene la gran maquina

Mi día, mi noche,
Mi ciclo completo,
Andaba en eclipses,
De sufridos deseos.

Un aura, Un sol,
Un dios,
Una simple estampa de un caracol,
Pueden por dentro,
Lavar los mejunjes.

Caminos entre odas,
A donde resuenan,
Violines y flautas,
Aullidos de amor.

Escaleras que prosiguen,
Sin bajar ni subir,
Solo en línea recta,
Solo en la línea recta…

Sin dedos que toquen,
La espalda, los ojos,
Sin brazos que rodeen,
Al cuerpo, a su exilio.

Se tapan adyacentes,
Las venas de un entierro,
Se cruzan sin verse,
Los locos más cuerdos.

Hay lagos debajo,
De toneladas de tierra.
Hay tierrales incrustados,
En el centro de las pupilas.

Nos tocan, nos llaman,
Nos hablan, e invitan,
Ignoramos, no sabemos leerlos.

Es tonto el fracaso,
Impune de todas tus mentiras,
Injustas a las verdades,
Seguimos los trozos,
Nos han criado los medios,
Escapamos del grosor,
Magnifico que jamás tendremos,
Huimos,
Corremos,
Transgredimos hacia un abajo,
Paradójicamente somos,
De paradojas fuimos hechos,
O las adquirimos en el sendero.

Consiste su fuerte,
En la energía de los débiles,
Si no la entregamos,
Tampoco los debilitamos,
Pues su enorme vacío,
Se convierte en una masa,
Que llena otro vacío,
Que depende de la nada,
Para poder ser un concreto.

Su formula es imposible,
Una cuestión infinita,
Gran negación de las dichas,
Gran ignorancia a un planteo.

¿Cómo el aire llena al aire?

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