Azul,
Rojo,
Verdes,
La noche acarrea un sin fin de imbéciles,
Merqueros prostitutos de su nariz,
Bailarines esquizofrénicos,
Con miedos de revelarse,
Merqueros no tan prostitutos,
Heteros que creen ser putos.
Se dibuja,
Se anuncia,
Se atesora uno ante la falta de
cosmovisiones.
Fractales llegan de nuevo,
Gente que ríe de la paranoia,
Gente que llora por haber ganado
libertades,
El mundo mismo, un pañuelo,
Un pañuelo,
Un pañuelo,
Pero compuesto por distintas flemas,
Que lo
ensucian.
Es que
restos de tosidas,
Han parado en nuestra cabeza,
En nuestro pelo,
Ojos.
Una nueva generación,
Un
nuevo grupo,
De intelectuales y estupidos somnolientos,
Con ansias de despertar,
Pero sin ganas de lavarse la cara,
Que a su
vez se creen ya expertos,
Despiertos,
Esnobistas del vivir,
Falsos filósofos,
Reconocimientos oscuros,
Más para el reconocido por asumir,
Una fuerza que no existe,
En el,
Un poder imposible de encontrar,
Por el aclaro.
Es que a veces, y siempre
No hace falta venderse al estado,
No hace falta vender el arte,
Por que por el puedes hablar,
Y es justamente el dinero sucio,
El que tiene ganas de callarte,
De que no los ataques,
De que no los ensucies,
Y pregunto
¿Por qué no habríamos de ensuciarlos?
Si son
ellos justamente los que han tosido esa flema con nicotina y etc.
En tu
pañuelo.
Nuestro
pañuelo.