martes, 8 de noviembre de 2011

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Azul,
 Rojo,
  Verdes,
   La noche acarrea un sin fin de imbéciles,
     Merqueros prostitutos de su nariz,
      Bailarines esquizofrénicos,
       Con miedos de revelarse,
        Merqueros no tan prostitutos,
         Heteros que creen ser putos.

           Se dibuja,
          Se anuncia,
         Se atesora uno ante la falta de cosmovisiones.
        Fractales llegan de nuevo,
       Gente que ríe de la paranoia,
      Gente que llora por haber ganado libertades,
     El mundo mismo, un pañuelo,
    Un pañuelo,
   Un pañuelo,
  Pero compuesto por distintas flemas,
Que lo ensucian.

Es que restos de tosidas,
 Han parado en nuestra cabeza,
  En nuestro pelo,
   Ojos.

      Una nueva generación,
     Un nuevo grupo,
    De intelectuales y estupidos somnolientos,
   Con ansias de despertar,
  Pero sin ganas de lavarse la cara,
Que a su vez se creen ya expertos,

Despiertos,

 Esnobistas del vivir,
   Falsos filósofos,
    Reconocimientos oscuros,
     Más para el reconocido por asumir,
      Una fuerza que no existe,
        En el,
         Un poder imposible de encontrar,
           Por el aclaro. 

         Es que a veces, y siempre
        No hace falta venderse al estado,
       No hace falta vender el arte,
      Por que por el puedes hablar,
     Y es justamente el dinero sucio,
    El que tiene ganas de callarte,
   De que no los ataques,
  De que no los ensucies,
Y pregunto

¿Por qué no habríamos de ensuciarlos?

 Si son ellos justamente los que han tosido esa flema con nicotina y etc.

  En tu pañuelo.

   Nuestro pañuelo.


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